miércoles, 9 de diciembre de 2015

las tradisiones de chunchi
Cuando los toros bravos descendieron de los cerros y tras ellos corrieron los vaqueros montandos a caballo, los ánimos y la fiesta se encendieron. Así se inició la Vaqueada, una tradición que persiste entre los dueños de las haciendas y los trabajadores. En la jornada vacunan, desparasitan y marcan al ganado. Es una mezcla entre fiesta y trabajo, que se cumple una vez al año. En esta ocasión, el evento fue en la hacienda ganadera Launag, ubicada a 30 minutos de Chunchi. “Ya vienen los toros”, gritaban entusiastas los niños que esperaban la llegada de los vaqueros. Eran las 11:30 de un viernes, y en el corral todo estaba listo. Un fogón para calentar los fierros que marcaron a los animales estaba prendido, mientras dos picotas para atar a los toros se habían instalado en el centro del corral. Sin embargo, para los 32 vaqueros, la jornada empezó mucho antes. A las 05:00 partieron al páramo abrigados con un poncho y un zamarro. El reto era atrapar y acorralar a todos los animales bravos que estaban dispersos en las 180 hectáreas de la hacienda, ubicada a 3 800 metros de altitud. Para enfrentarse al toro, los vaqueros se toman un trago de puro, que se sirve en un cacho hueco. Se alimentan bien antes de salir. De eso se encargan las mujeres, quienes cocinan a fuego de leña y hacen agua de canela con licor y jugo de limón.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/actualidad/vaqueada-paramos-chunchi-tradiciones-chimborazo.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Chunchi conocido como el Mágico Sillón Andino es un cantón que posee paradisiacos paisajes que deleitan los sentidos como el Atardecer Rojo en verano que se confunde con el ocaso del sol en el mar y la Espesa Neblina en invierno que se conjuga con el sentimentalismo de su gente.  Lugares como la Gruta de Agua Santa, Valles Subtropicales de Picay y la Armenia, históricas  parroquias llenas de tradición, cultura y encantadores sitios naturales, en donde se puede disfrutar de acogedores momentos de sano esparcimiento, delicadas cascadas con aguas cristalinas provenientes de nuestros páramos,  amplias praderas verdes y construcciones que relatan el ayer de nuestro terruño y las costumbres de nuestros ancestros son sin duda clara muestra de la riqueza cultural y natural de las que se halla investido.


RESEÑA HISTÓRICA.

En primera instancia se cree que el cantón fue habitado por tribus de procedencia Cañarí evacuadas por la alarma que ocasionó la conquista Incásica, debida a que en nuestro territorio  se ha encontrado restos arqueológicos  en cerámica como cerros, serpientes, piedras jaspeadas  y otros objetos llamativos testimonio de la dinámica sociocultural de este asentamiento. A la llegada de los españoles Chunchi pertenecía al corregimiento de Alausí, jurisdicción de Cuenca según consta en el censo de contribuyentes.
En la etapa de colonización Chunchi realiza por primera vez una  organización urbana a la llegada de los sacerdotes católicos.
Hacia el año 1800 el sabio alemán Teodoro Wolf,  al contemplar la singular belleza  de Chunchi exclamó: “Chunchi Sillón andino construido por las manos del Creador”.
La exuberancia de sus tierras muy pronto  lo convirtió  en un importante centro de cereales, ubicándolo  en un primer lugar de provisión de alimentos.
Con la llegada del tren al  en la época  republicana  hubo mucha prosperidad para las familias que habitan este lugar permitiendo así el progreso de su gente y su territorio.
Impulsado por una comisión de notables locales, Chunchi asciende al título de cantón conformado por cuatro parroquias delimitadas Capsol. Gonzol, Llagos, Compud  en el año de 1944 en el gobierno de José  María Velasco Ibarra.











































 
Cuando los toros bravos descendieron de los cerros y tras ellos corrieron los vaqueros montandos a caballo, los ánimos y la fiesta se encendieron. Así se inició la Vaqueada, una tradición que persiste entre los dueños de las haciendas y los trabajadores. En la jornada vacunan, desparasitan y marcan al ganado. Es una mezcla entre fiesta y trabajo, que se cumple una vez al año. En esta ocasión, el evento fue en la hacienda ganadera Launag, ubicada a 30 minutos de Chunchi. “Ya vienen los toros”, gritaban entusiastas los niños que esperaban la llegada de los vaqueros. Eran las 11:30 de un viernes, y en el corral todo estaba listo. Un fogón para calentar los fierros que marcaron a los animales estaba prendido, mientras dos picotas para atar a los toros se habían instalado en el centro del corral. Sin embargo, para los 32 vaqueros, la jornada empezó mucho antes. A las 05:00 partieron al páramo abrigados con un poncho y un zamarro. El reto era atrapar y acorralar a todos los animales bravos que estaban dispersos en las 180 hectáreas de la hacienda, ubicada a 3 800 metros de altitud. Para enfrentarse al toro, los vaqueros se toman un trago de puro, que se sirve en un cacho hueco. Se alimentan bien antes de salir. De eso se encargan las mujeres, quienes cocinan a fuego de leña y hacen agua de canela con licor y jugo de limón.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/actualidad/vaqueada-paramos-chunchi-tradiciones-chimborazo.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Cuando los toros bravos descendieron de los cerros y tras ellos corrieron los vaqueros montandos a caballo, los ánimos y la fiesta se encendieron. Así se inició la Vaqueada, una tradición que persiste entre los dueños de las haciendas y los trabajadores. En la jornada vacunan, desparasitan y marcan al ganado. Es una mezcla entre fiesta y trabajo, que se cumple una vez al año. En esta ocasión, el evento fue en la hacienda ganadera Launag, ubicada a 30 minutos de Chunchi. “Ya vienen los toros”, gritaban entusiastas los niños que esperaban la llegada de los vaqueros. Eran las 11:30 de un viernes, y en el corral todo estaba listo. Un fogón para calentar los fierros que marcaron a los animales estaba prendido, mientras dos picotas para atar a los toros se habían instalado en el centro del corral. Sin embargo, para los 32 vaqueros, la jornada empezó mucho antes. A las 05:00 partieron al páramo abrigados con un poncho y un zamarro. El reto era atrapar y acorralar a todos los animales bravos que estaban dispersos en las 180 hectáreas de la hacienda, ubicada a 3 800 metros de altitud. Para enfrentarse al toro, los vaqueros se toman un trago de puro, que se sirve en un cacho hueco. Se alimentan bien antes de salir. De eso se encargan las mujeres, quienes cocinan a fuego de leña y hacen agua de canela con licor y jugo de limón. Ángel Ortiz tiene 72 años y es célebre por sus anécdotas entre los vaqueros de Chunchi. Él participa en esta tradición desde su infancia, aunque varias veces se ha caído del caballo o ha sido atacado por los toros.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/actualidad/vaqueada-paramos-chunchi-tradiciones-chimborazo.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com



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